Las máeres
que tien hijas casaéras
y que quian ir al concurso
de misis c´hay en Romea,
tién c´hacelles pa su bién
esta leal alvirtencia:
que vayan como ellas són,
na más que limpias y frescas;
que se laven bien los morros
en el agua de la cieca
y s´arrejunten los pelos
por dezaga, en una trenza;
que no s´echen coloretes;
que no se pelen las cejas,
ni se las suban p´arriba
como las chinas de Persia;
y sobre tó hay que dicílles,
que prohibo con tóa mi juerza,
que s´hagan la premaniente
con la maquinilla létrica;
y le poneis el ejemplo
de Mari-Pepa la er Penca:
que se jué un escurecer
a la barbería del Merla
y dimpués d´arrellenarse
güenamente en la silleta,
la pillaron por los pelos
con esos ganchos qu´emplean,
la sujetaron con pincias,
le dieron milenia güertas,
y en metá de la junción,
la maquinilla entra en güerga
y hace ¡clás!…¡Várgame Cristo!.
La que allí se armó jué güena;
¡Tuiquia la noche enchufá
estuvo la Mari-Pepa,
sin poer hacer movición
denguna con la mollera
como si cogía e los pelos
juá a llevarsela Pateta!.
Hista que por la mañanaa,
s´arregló la cosa aquella,
y er probe de su marío
se la llevó a coscaletas,
y tavía la tié en er catre
comía de lisipela,
con la caéza más bollá
que la arcuza de mi suegra.
Estos son los resurtaos
de las corrientes moernas,
en que el Elemigo Malo
a las zagalas acecha
pa arrancalles la vertú,
la moral, las comenencias…
¡hista los pelos del moño
les arranca como puéa!.
He arrematáo, caballeros;
Inda las próximas fiestas
Autor: F. FRUTOS RODRIGUEZ
De mi Biblioteca personal.